Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
CRÓNICA MEXICANA

(C) Gonzalo Díaz Migoyo y Germán Vázquez Chamorro



Comentario

Capítulo 100
Trata en este capítulo como para dar ayuda, fauor a los de Huexoçingo contra los tlaxcaltecas por el agrabio grande de les abeer destruido dos años sus sementeras; y la primera escaramuça se dieron tre mexicanos y tlaxcaltecas en el monte agrioAbiendo tendido los mexicanos capitanes la manera y la breuedad de la partida contra los tlaxcaltecas los montes de Huexoçingo, mandan luego con toda la breuedad posible los cuachic, otomi, achcacauhtin las armas más fuertes que ubiese lleuasen. Aperçibidos los quatro barrios mexicanos, parten juntamente los chinanpanecas con ellos, y los de Nauhteuctli y los de tepanecas y tlatelulcanos lleuan de camino a los de Aculhuacan. Banse a juntar a Chalco, lleuando cada gente su capitán y escuadrones tretexidos de buenos soldados. Manda el general de mexicanos a los de Chalco los tributos se dan a la corona mexicana de maíz, frisol, y a los de Tierra Caliente traigan mucho chile, tomate, fruta para los señores prençipales, los quales mantenimientos lleuaron a Huexoçingo los de los pueblos todos de Chalco y chinanpanecas. Llegado el campo mexicano a los términos de Chalco, mandan a todos los capitanes que se tenga espeçial cuenta con el capitán de los tlaxcaltecas llamado Tlalhuicole, que dizen es muy baliente, se lleue preso a Mexico y se tregue al rrey Monteçuma biuo. Llegados a Tlalchichilco, hazen con mucha prezteza buhiyos (xacales), siruen de tiendas para las aguas. No abían estado un día descansando en el estoruo de los buhiyos, mandó el general Cuauhnochtli que los chalcas fuesen por un camino o senda y los de Aculhuacan otro y los tepanecas otro, los mexicanos en medio, adonde los tlascaltecas suelen trar, todas las demás naçiones estendidos, para coxer a los tlaxcaltecas en medio, e díxoles a los mexicanos: "¿Qué braueza puede tener, qué más abentaxadas armas las nuestras trae el Tlalhuicole tlaxcaltecatl, capitán, tanto le temen los de Huexoçingo?" Rrespondieron todos los cuachicme y otomi harán todo su poderío o morir la demanda. Con esto se esforçaron tanto los mexicanos que fueron a las partes y lugares señalados del biaxe, [142r] camino y senda de Tlalhuicole, capitán tlaxcalteco. Acabado esto, otro día de gran mañana donde se asoma el campo tlaxcalteco, por la delantera el llamado Tlalhuicole. Bisto el campo mexicano, se yban rretirando atrás los tlaxcaltecas, que no acometían tan balerosamente como a los pobres huexingas hazían. Con todo, acométense los unos a los otros muy balerosamente uno, dos, tres días, biniendo los tlaxcaltecas rremudándose, yéndose unos, biniendo otros de rrefresco, como estauan çerca de su tierra. bían a dar abiso de esto los prençipales mexicanos para que el rrey Monteçuma mandase hazer lo propio hazían los tlaxcaltecas. Oydo esto por Monteçuma, manda luego bayan de todas las tes y lugares, de Aculhuacan y tepanecas y chinanpanecas, chalcas, serranos, Matalçingo, de todas suertes de gentes, con toda la breuedad posible, que dentro de quatro días se hallasen en Chalco al doble gente fueron para el socorro de sus parientes amigos y hermanos. Abiendo ya beinte días, día diado, peleauan los mexicanos solos con tanto número de tlaxcaltecos, llegados los campos a Chalco, júntanse los chalcas con los mexicanos y bino toda la serranía de otomíes balientes. Llegados a los conpañeros, holgáronse en estremo de benir a tan buen tiempo, que estauan ya algo cansados los tlaxcaltecas y se tarda su socorro de ellos. Dízenles: "Señores, bolueos, que de aquí a beinte días tornaréis y bolueremos a descansar como agora bosotros". Llegados a Mexico, les explican a Monteçuma la fortaleza de los tlaxcaltecas, en espeçial a los de Tecoac, chichimecos batientes, y techalotepecas. Dixo Monteçuma: "¿Ya no les emos començado? Pues emos de concluir de esta bes con ellos". Otro día siguiente biene un mensajero a Monteçuma como tenían preso y a buen rrecaudo al Tlalhuicoles. E otro día binieron doze prençipales con el Tlalhuicole y luego le subieron al templo de Huitzilopochtli y començólo a rrodear el templo y la gran piedra degolladero y con él otros muchos tlaxcaltecas y todos abaxaron y subieron a la gran casa del rrey Monteçuma. Mandolo trar a donde estaua Monteçuma para beer tanta fortaleza tenía al que espantaua a los de Huexoçingo y, bístolo, dixo el Tlalhuicolee: "Señor, seáis bien hallado con ura rreal corte. Yo soi el otomi llamado Tlahuicolee. Me tengo por dichoso de beer bisto ura rreal prezençia y abeer rreconosçido ymperio tam baleroso y tan generoso emperador como bos sois, que agora lo acabo de beer y creer, que es más de lo que por a se trata". Díxole Monteçuma: "Seáis bien benido, que no baca de misterio, que no es cosa mugeril esto, usança es de guerra, oy por mí, mañana por ti. Descansad y sosegad. No tengáis pena". Mandóle dar de bestir todo tiguereado, como baliente soldado hera, y pañetes muy labrados y una beçolera de esmeralda y orexera de oro e le hizo gran cortesía Monteçuma, e luego le dio una diuisa que llaman quetzaltonameyutl, que es una plumería con un sol llano rrelumbrante como espexo. Y cada día lloraua acordándose de las mugeres tenía, diziendo: "¿Es posible, mugeres mías, que jamás os beré de mis ojos?" Oydolo Monteçuma, rresçibió mucha pesadumbre de ello, dixo: "¿Qué os paresçe de ello a bosotros? ¿Esto no es cobardía y afrenta grande? los canpos de Huexoçingo y Cholula y Tlaxcalam, ¿no murieron allá Yxtlilcueechahuac: y Mactlacuia, Macuil [142v] Macuilmalinal y el Çeçepatic y Quitzicuacua? ¿Estos no fueron tan balerosos como él y tan grandes prençipales no fueron? ¿Acordáronse de sus mugeres? Dezilde que es grande afrenta que da a la sangre yllustre. Dezilde que dize Monteçuma, que digo yo, se baya a su tierra, que es mi boluntad esta, que da afrenta su temor de morir a todos los barones prençipales mexicanos de esta corte, baya a beer a las que por ellas llora noche y día". tendídolo el Tlalhuicolee, no lloró más, ni habló, ni chiztó. Fuéronlo a dezir a Monteçuma e mandó a los calpixques que tanpoco le diesen de comer ni nada le dixesen, " se baya cada se quiera yr". Y como esto bido Tlahuicole, andaua de casa en casa pidiendo de comer y bisto el poco caso que dél se hazía e que tanpoco hallaua quien le diese de comer, fue a un cu alto de Tlatelulco y subido allá, despeñóse de allá y murió. Y dixo Monteçuma a los prençipales: "Tanbién quisiera que los pobres de los de Huexoçingo se fuesen a la buena bentura e que tanpoco les diesen de comer los mayordomos". Bisto esto los de Huexoçingo, lleuaron muchos prençipales, cada dos o tres, uno, conforme el posible tenía, y los mayordomos lleuaron cada dos de ellos, algunos prençipales lleuaron çinco y seis personas, les sustentauan. Acabado de morir Tlalhuicolee, le sacrificaron los de Tlatelulco y, sabídolo los tlaxcaltecas el fin tubo Tlalhuicole, çesó para sienpre las guerras tre tlaxcaltecas y Huexoçingo. Bisto esto el prençipal y señor de Huexoçingo, Tecuanehuatl, y el Tlachpanquizqui y Nelpiloni y Cuauhtecoztli, hablaron al rrey Monteçuma, dixéronle: "Señor y nro sobrino y nieto muy amado, bisto emos la gran caridad por la gran fortaleza de buestro esclaresçido canpo mexicano y el socorro grande que con nosotros a usado el gran dios tetzahuitl Huitzilopochtli. Aquí nos benimos a guaresçer y socorrer del sustento humano y bos señor descansó el miserable pueblo de Huexoçingo, biexos, biexas, mugeres, criaturas, con la sombra de buestra esclaresçida y rreal persona. Beer y bisitar queremos uro pueblo y gente, en espeçial limpiar el templo del Mixcoatl Camaxtle". Rrespondió Monteçuma les agradesçía su boluntad y que le perdonasen y hiziesen cuenta abían estado en un buhiyo de un monte a descansar una ora, fuesen mucho de norabuena, e díxoles: "Aguardaos, yrán con bosotros y berán si del todo se an ya ydo, dexado la guerra con bosotros los tlaxcaltecas, que quiero satisfazerme de ello". Y ansí, fueron siete prençipales biexos, astutos en guerras, a beer los caminos, sendas, términos de Huexoçingo con Tlaxcalla. Llegaron hasta Yztaccuixtlan, que agora llaman Quiahuiztlam. Bieron que ya no abía rrumor ni bulliçio de gente de guerra de los de Tlaxcalam. Boluieron con esta rrelaçión al rrey Monteçuma y así, llamó a los de Huexoçingo, díxoles: "Señores y hermanos, todos los caminos y montes buestros confinados con los Tlaxcala no ay nengún bulliçio ni rromor de guerra que pueda preualesçer contra bosotros ni contra uro pueblo". [143r] Dixeron los de Huexoçingo: "Señor nro, como ya tenemos dho, el tetzahuitl Huitzilopochtli es nro padre, madre, amparo y su rreal casa y corte por tal nro padre. Si caso fuere y boluieren los tlaxcaltecas, ¿a dónde emos de acudir al socorro humano sino debaxo de buestras esclaresçidas alas, sombra, como rreal águila caudal con sus hijos?" Dixo Monteçuma: "De eso, señores, tened confiança que jamás os faltaremos, pues os tenemos por tales nro berdaderos hermanos y sobrinos". Y con esto, fueron despedidos y fueron con ellos doze mexicanos y, llegando çerca de sus casas, bieron unos yndios yban a traer del monte corteza de árboles, que sirbe de carbón, y coxiendo tréuol montesino, llaman ocoxochitl, estubieron atentos mirándolos.